Dirigida por Juan Jose Munguía.
México, 1991
Que decepción, yo
esperaba un film violento con aproximación al terror y me encontré con una
comedieta sexy requetecutre y casposa a mas no poder.
De resultas que un reputado puto goza de infatigable
virilidad como consecuencia de un pacto que hizo con el diablo. Como trama
paralela una patética banda de narcos pretende distribuir una cocaína que lleva
un componente mortal para quien la consume.
A esta premisa argumental se le podría haber sacado buen
partido en manos de un, por ejemplo,
Larry Cohen u otro cineasta con talento para manejar presupuestos mínimos y
sacar oro de un cagallón pero esto es purita fotonovela destinada a públicos
muy poco exigentes.
El puto, o masajista, porque puto en Mexico no tiene
exactamente el mismo significado que en España, es Alfonso Zayas, repulsivo
actor de mueca nauseabunda que tiene un chiringuito tal que directivo de
Herbalife donde recibe a señoras buenorras que necesitan restregarse con este
fogoso macho peludo y le pagan por ello.
César Bono y el enano Tun Tun (Jose Rene Ruiz) aportan los
momentos más impactantes de la película interpretando a dos policías que
vendrían a ser como nuestro entrañable Dúo Sacapuntas hartos de speed.
Inútiles, malhablados y de gatillo fácil, intentarán desarbolar la banda de
narcos.
“Esa de rojo que me la cojo” ó “Yo con tanto marisco me
vuelvo pulpo” son frases que dan la medida del ingenio que empapa las situaciones
y diálogos de esta película.
Resumiendo, es una película mierdosa pero yo cuando superé
el shock inicial de ver esfumarse mis expectativas de rituales satánicos y
crímenes mafiosos, me reí y pasé un rato agradable.
ALFONSO ZAYAS, SEX SIMBOL
PUNTUACION DE 1 A 10:
Valor cinematográfico: 4
Valor psicotrónico: 5